viernes, 14 de junio de 2013

EL TAO DEL VIAJERO. BUENA LECTURA.

Sin razón conocida, llevo una larga temporada leyendo libros relacionados con los viajes. Mi mesilla de noche sostiene un inestable equilibrio de volúmenes por leer aún, de manera que la racha tiene visos de durar al menos hasta bien entrado el verano.
Tras Chatwin, Gellhorn, Stark y algunos otros, he leído a Theroux. Por cierto que dedica un espacio nada despreciable a Chatwin, mira tú por dónde. Ah, y el párrafo de la obra de Stark “El valle de los asesinos” (que obviamente ya tengo encargada) acerca de la soledad es… indescriptible. Leedlo.
Lo primero que debo decir es que en un arranque un tanto chovinista, me parece que ignora por completo el rico mundo de la narrativa hispánica relacionada con los viajes. Pero todos tenemos defectos.

Por lo demás me parece un libro único, magnífico y recomendable, con un buen número de frases para recordar (ojalá mi memoria de teflón lo hiciera) y otras muchas citas interesantes que han pasado a engrosar rápidamente mi ya de por si vasta lista de libros por comprar. Admito donaciones.

No voy a hacer aquí la relación completa de frases que me han gustado, pero hay alguna que no puede ser eludida. Algunos ejemplos van ahí.

- Uno de los engaños más felices y útiles sobre el viaje es que uno se encuentra en pos de algo.

Eso es, viajar es un fin en si mismo.

- En el viaje perfecto, la desconexión se vuelve una necesidad. Concéntrate en dónde estás; olvida los asuntos pendientes; no aceptes encargos; permanece incomunicado; desaparece del mapa.

Yo lo he logrado algunas veces. Quince días sin encender una televisión y sin internet sosiega mucho. Intentadlo.

- La invisibilidad, la condición normal del viajero maduro, es mucho más útil que la notoriedad.

POR ESO ESTE BLOG SE LLAMA PRESCINDIBLOG. Hay quien me hizo sentirme prescindible (todos lo somos, es bueno hacerse consciente de ello cuanto antes) y, después de las decepciones, vino la luz.

- … la primera condición para entender un país extranjero es olerlo.

¡Pero claro! La nariz, esa permanente olvidada.

- El viaje no es ninguna vacación, y  a menudo es lo opuesto al descanso.

Y tanto. Por eso los ricos se toman un descanso después de un viaje. ¡Ay, los ricos! Tú llegas en el último vuelo posible para apurar y al día siguiente vas al trabajo; otra cosa es que trabajes, pero ir, vaya si vas. ¡Mendrugo!

- No existe literatura de los viajes en avión, tampoco hay demasiados ejemplos de textos sobre una ruta en autobús; y los cruceros inspiran comentarios sociales y poco más.

Dentro de poco una de estas facetas quedará superada (risa neurótica); ¿gracias a (nueva risa, aún más neurótica e intimidatoria) quién? ¡A mí! (gritando, asintiendo y señalándome a mi mismo). Pavoroso, tú estas loco Briones.

- Al viajar, un hombre debe llevar consigo conocimientos, si con conocimientos quiere volver a casa.

Sí, hay que preparar el viaje. Para entender lo más posible.

El capítulo titulado “Se soluciona andando” es, sencillamente, indispensable. ¿Será por eso que camino tanto? Dice textualmente que “Andar es un acto espiritual; caminar solo induce a la meditación”. Indiscutible.

La descripción sobre los requisitos que debe reunir un perro para ser comestible, así como, en general, todo el capítulo dedicado a lo que se come o ha de comerse uno en ciertos viajes (nunca he llegado a esos extremos, al verdad, me sentí un turista yanqui leyéndolo, soy un blando, un paleto) es tremendo. Indigesto, diría.

Al capítulo sobre el ombligo del mundo le falta el onphalom de Delfos, que ya mencioné. Pero hombre…

Y, bueno, los sitios horribles de nombre evocador, ensoñador, mágico (Bagdad, Samarcanda…) y que no valen un ardite, a cuya lista yo añadiría alguno que otro; como la de sitios “en los que no viviría, pero no me importaría morir” y alguna otra, digna de alabanza, sin duda.


Para finalizar, la descripción que hace de Paul Bowles, que para mí desease: “Era un hombre apuesto,  y muy poco impresionable, vigilante y solitario, y conocía bien su mente. Su predisposición a la tolerancia, con unos toques de fatalismo, lo convertía en el viajero ideal”.  Ya quisiera yo tener todo eso. Me faltan… a ver… una, dos, tres… bueno, varias características, ea.

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