lunes, 8 de julio de 2013

LAS MOTOS DE VIETNAM. VIDA SOBRE DOS RUEDAS








Vietnam vive en moto. Todo puede llevarse encima, al costado, empujado o remolcado por una de ellas. Todo es todo.

Prácticamente no vi una moto que no fuera de 125 cc., con un largo sillín y en una proporción tremenda a favor de Honda. Y a estas motos se les daban usos inimaginables. Lo principal es llevar gente, claro. Saigón (perdón, Ho Chi Minh City, ¿cuánto tardarán en quietarle el nombre artificial?) y Hanoi tienen varios millones de habitantes cada una y la proporción es de más de una moto por cada dos habitantes; en Hanoi, siete millones de personas y cuatro y medio de motos. 
Mirad el manillar


Eso significa que en las horas punta – y no sé si hay horas valle -, el monumental atasco lo es de motos. Avenidas enteras que conducen al interior de la ciudad desde  las afueras se colapsan con mares de motos entre las que coches, autobuses y camiones sobresalen como monstruos abultados e incongruentes. La moto es muy ágil, pero en esta situación no lo es tanto. 
Nos hemos dejado a la abuela
Y eso a pesar de que la astucia y habilidad manejándolas haga que ocupen cualquier espacio. Los carriles contrarios,  enteros, se ven invadidos, y el tráfico que debería circular por ellos se aglomera en el espacio que la masa motera les deja. Las aceras se convierten en nuevas calzadas, en las que las motos circulan en uno u otro sentido sin orden ninguno, despacio, esquivándose, eludiendo farolas y peatones, puestos de comida y otras motos aparcadas pero… avanzando.
Las rotondas son dignas de cogerse un banco y, al modo de los vejetes de Astérix en Córcega, comentar las distintas situaciones: motos girando en sentido inverso, zigzagueando sin prisa ni pausa y saliendo indemnes; autobuses rodeados que sin embargo, y milagrosamente, no paran, no cambian su trayectoria, no dañan y no entorpecen. Todo es fluido, tiene un ritmo, tiene sentido en medio del caos aquel. No vimos ni un solo accidente, aunque el guía nos advirtió de que los conductores de las motos que circulaban por fuera de los carriles que tienen asignados (y que están pintados y señalados perfectamente, pero que son, sencillamente, incapaces) “estaban jodidos” en caso de provocar uno. Literal, aprendió español en Cuba, qué gracioso el tipo.



Muchas motos, sí, y con mucha gente encima. A ver.  Pero cuánta. Hemos visto hasta cinco personas encima de una de ellas, pero es que tres y cuatro no eran nada excepcional. Familias enteras, con el padre conduciendo, un chavalín en sus rodillas, otro ensandwichado y detrás, la madre con un bebé en brazos y mochila. Ríete tú del carril BUS-VAO, eso sí que es un VAO. Un vahído más bien.

Boy scout al rescate
!Agua!
Cuatro chuches
Pero no solo era una cuestión de número, sino de uso. Porque, sin modificaciones mecánicas, caben un montón de  posibilidades. La lista es interminable: dos personas y un armario, dos y sus bolsas, cestas con patos o gallinas, bicicletas en brazos mientras el otro conduce, jaulas de pajaritos, cubos, cajas, toneles, sillas, leña, flores, fruta, cestas de cestas, bombonas de butano (de color lila), escobas, ataúdes (lo juro), vitrinas con comida para vender, redes, un cerdo o dos… Mi campeona particular fue una que llevaba una nevera. Ya tiene su mérito, ya. Pero llevarla de pie, ¡llevarla de pie!, hombre, eso sí es artístico y meritorio.
Y luego había maravillas del ingenio con adaptaciones para sostener más jaulas, vitrinas, flores o lo que sea. El colmo eran las superespecializadas en forma de puesto callejero de salchichas o similares, adosadas a modo de sidecar, de manera que la moto parecía el apéndice y no al revés. 
O los carricoches que arrastran, unidos a una bola de remolque adosada al colín; algunos son más largos que un coche y llevan en ese remolque maquinaria (una motoazada por ejemplo), una carga de mazorcas de maíz u hortalizas, 5 y hasta seis personas, maderas y tubos, otras motos… La bomba. 
Qué rica la mazorca

Estilo, eso es estilo
Preparados, listos
¿Y el modo de conducir? Tranquilo por lo general, de tal suerte que hay lugar y tiempo para cualquier cosa sin dejar de esquivar peatones, bicis, coches y, sobretodo, otras motos. Se puede conducir con una mano mientras con la otra sujetas una inmensa bolsa a tus espaldas. Puedes llevar un periódico en el manillar y leerlo en los semáforos. Puedes llevar a dos niños al colegio, con sus mochilas escolares y sus uniformes -algunas motos llevan un manillar de juguete almohadillado en medio del de verdad, con peluches, para que el niño que va allí pueda agarrarse mejor y hasta dar una cabezadita… Sin olvidar que se puede, perfectamente, ir cuatro en una moto de tal manera que ella, muy chic, monta a lo amazona y él, muy businessman habla por teléfono. Juro que les quedaba sitio en el trasportín para un quinto pasajero.

Para terminar, el equipamiento del piloto. En caso de lluvia, cosa nada infrecuente, todo cubierto con chubasqueros modelo CarpadelPrice que lo cubre todo menos los ojos del conductor. Casco llevan siempre los conductores, eso es cierto. Un quitamultas que me vendían por cuatro euros. Ya el pasajero es otra historia, y menos si son niños, que no  terminan de comprender las ventajas de seguridad que les reporta un casco. A ver, sinceridad, ¿para qué se van a poner un casco como medida de seguridad cinco tipos en un moto?  Honestos, son honestos. Vamos como nos sale y punto. Lo que perdonan menos es la mascarilla, que en el campo no usan apenas pero en ciudad nunca falla. Puede ser a juego con el casco (las chicas), puede ser plenamente quirúrgico-sanitaria, puede ser de algodón o de fibra, puede tener los cuadros de Burberrys o ser lisa y lasa, infantil o seria, puede tener una o dos cintas de enganche al cuello pero la mascarilla, junto al casco y el chubasquero va siempre en la moto. Los guantes fallan más, pero con ese clima tampoco extraña, la verdad.


Esperando el porvenir y el porvenir que no llega...
He mentido, para terminar de verdad, y me quedan cosas por contar, debo decir que acabo de encontrar la foto de un tipo en una esquina de Saigón durmiendo ricamente una siesta encima de su sillín, tumbado y descalzo. Se puede. Olé.





Biombo y lo que haga falta



















Viajando ligero
Pajaritos por aquí, pajaritos por allá

Vas bien, ¿cari?
Cruza si tienes h...
Ligero hacia el mercado
y el de la nevera

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