martes, 3 de septiembre de 2013

LOS GIGANTES DE PRAMA

En Sassari, una de las visitas ahora obligadas pero que en aquel momento era una oportunidad excelente, son los gigantes de Prama, colosales estatuas, únicas y enigmáticas. El museo que las alberga, muy reciente, está diseñado expresamente para exhibirlas. Y es impresionante. Cerdeña tiene mucho, pero esto es muy especial.

El grupo de viajeros entró en la sala de acceso reservado. Enormes figuras de piedra dispuestas en hilera y sujetos sus fragmentos por una firme estructura de acero, aguardaban, espectaculares. Dos metros y medio de altura, algunas casi intactas. Formidables. La luz entraba de soslayo. Gran escenografía. La directora continuó con sus explicaciones, iniciadas un buen rato antes en los laboratorios de examen, recomposición y estudio de fragmentos procedentes de yacimientos arqueológicos. Habían visto mares de trocitos de vasijas, ánforas a medio reconstruir, emperadores romanos demediados, dioses rotos, estelas partidas… y piezas faltantes de los colosos.
No se exhibían al público aún. Faltaban dos años para poder recibir visitas. El grupo había sido privilegiado con un acceso sólo restringido a estudiosos. Algunos lo eran.
Siglo noveno antes de Cristo, figuras nunca vistas antes, manufactura excepcional, detalles asombrosos. Casi todo desconocido. La directora hablaba un italiano claro y fácilmente comprensible. A esta figura la llamamos el “pugilator”, porque tiene los puños vendados. Estas otras, de las que hay varias, son las del escudo sobre la cabeza, no sabemos interpretar muy bien el porqué. El escudo: mirad qué detalle, se aprecia lo que serían las grapas que sujetarían el cuero, un escudo ligero, con una capa metálica tenue que lo haría resistente a las flechas, así que la figura, con esta posición tan extraña podría tratarse de un guerrero que se protege de una lluvia de flechas, pero no tenemos garantía alguna. Hay escudos parecidos en otras épocas. La cultura a la que pertenecen estas figuras es la de los nuraghi, pero lo desconocemos casi todo respecto a ellos…
- ¡Pero si es evidente! Clamó uno de los visitantes. El escudo sobre la cabeza… sólo puede tener una interpretación.
Sus compañeros le miraron extrañados. Aquella no era su especialidad. La directora enarcó las cejas, expectante.
- Eran adoradores de Tutatis, y, por tanto sólo temían que el cielo cayera sobre sus cabezas.
Aquellos guerreros no habían oído tantas risas en 30 siglos.
Siguieron avanzando. Las explicaciones, prolijas, hacían referencia a los complejos adornos de brazos y pies, a la particular y hierática disposición, la actitud de las diversas figuras… Todas ellas representaban un pueblo guerrero y con suficiente capacidad y organización como para producir semejantes representaciones de poder. No se parecían a nada de lo conocido en la cuenca mediterránea. Los visitantes no se cansaban de tomar fotos desde todos los ángulos, de hacer preguntas sobre el hallazgo, dónde, cuándo, cómo… Respuestas eruditas: estratos, dataciones, similitudes, análisis de restos orgánicos asociados, monedas coetáneas… 
Alguien hizo una nueva pregunta:
- ¿Y, el posible origen de este pueblo?
De nuevo, el tipo que hizo el chiste de Tutatis alzó la voz.
- Hombre, pues clarísimo. En realidad, son robots, llegados en una nave espacial. Viajeros del tiempo. Probablemente arribaron aquí en compañía de otros seres más bajitos, como un cubo cuya tapa da vueltas y emiten pitidos, así como de seres superiores de la casta Jedi.
Otra vez él. Miradas convergentes. Cuchicheos. “Es pesadito, ¿verdad?” “Sí, hija, sí”.

- Joder, no me diréis que no son clavados a C3PO.


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