Después de dos años, vuelta a la India. Y habrá más, seguro.
Y esta vez recibí de nuestro querido guía Kumar alguna noción más acerca de
las vacas y su reverenciada existencia. Para no ser tan sagradas (ver aquí) son una niñas
mimadas de narices.
Nos contaba, entre otras anécdotas, la dispar manera en que los indios
quieren congraciarse con ellas. En el campo, no es raro toparse con vacas
engalanadas. No solo para las fiestas (Ponggar, Duwali y otras), pero
especialmente en ellas. Es muy llamativo ver los cuernos pintados de colores
(rojo, azul) o a ellas con collares de cuentas o con marcas en la piel
(círculos, puntos a modo de pecas, cuando no teñidas casi del todo a base de
cúrcuma o de otros colores). Y parece ser que también se les da de comer un menú
festivo. Bueno, ellas y ellos, porque los bueyes y toros también llevan su
aderezo, y si hacen de tiro para alguna carroza, no desentonan en absoluto.
Bueno sí, son búfalos, pero muy pintones |
En la ciudad, por el contrario, la cosa es más pragmática pero no menos
delicada y dedicada. Nos cuentan, por ejemplo, de gente que se ocupa en darles
de comer antes de irse a la oficina, de manera que les dejan un cuenco con
comida a la puerta. Esto es lo menos frecuente por lo que yo entendí, pero no
lo es otro modo que consiste en, sencillamente, dejar un balde con la basura
orgánica a la puerta. Ellas se lo comerán. Si lo pensamos seria y
reflexivamente, es, una vez más, de una eficiencia asombrosa. Eso sí que es
aprovechamiento de recursos, producción sostenible y reducción de residuos.
Para un sanitario… hombre, algo habría que decir en contra, pero esto no es un
texto profesional (monos, ratas, moscas…), dejadme divagar y ensoñar. Se evitan
residuos orgánicos en la ciudad (o en los pueblos, que allí también se hace) y
lo que originan: olores, insectos, necesidad de recogerlos (camiones, que
consumen, contaminan y ocupan espacio en las congestionadas calles) y de
tratarlos (plantas de procesado, segregación y selección, vertederos, personal,
energía…) y se evitan contaminaciones bióticas de cursos de agua, superficial o
subterránea. Claro que es una visión bucólica y que no aguanta un análisis profundo
desde el punto de vista de funcionamiento y salubridad de una gran ciudad,
pero, ¿a que tiene su fundamento? Y, de hecho, funciona. Lo hacen, y evitan así
desperdiciar una fuente de alimento –gratuita en todos los sentidos- para sus
vacas. Discutible, sí, pero resiste no poco la discusión. Parece ser que no
todo son desechos a la hora de satisfacerlas: la primera porción de pan que se
hornea en casa les es ofrecida a las vacas igualmente.
Tal vez por eso, a las viejas les solían dar libertad, mejor eso que
penitenciar. Y de ahí también probablemente los refugios para ellas, algo ya en declive. Mejor aún, hoy en día, venderla a alguien sin tanta consideración al
animal y, una vez mimada, sacarle un último rendimiento a la abuela en forma de
dinero.
Y la última por ahora. Las vacas que no se recogen van a dormir en grupo a la mediana de las carreteras, alrededor de los semáforos o en medio de las rotondas. Y preferentemente en el centro de las poblaciones. Es matemático, y muy notorio como puede deducirse. ¿Y por qué?
Pues nos dan algunas razones que parecen por lo menos plausibles. Una es
que en los pueblos están más cómodas en época de monzones ya que se aseguran
una cama menos encharcada. Luego aunque no llueva vuelven ahí por costumbre. Esa
es la que menos me convence.
Otra muy evidente es la mencionada antes: el acceso a la comida generada en
los desperdicios de mercados y viviendas.
La que más me gusta y es más fácil de defender es la de la seguridad que
les reporta. Allí están a salvo de animales que puedan agredirlas, a diferencia
de si durmieran en el campo o simplemente a las afueras. Recordemos que la
India tiene un sinfín de perros asilvestrados (en India tienen lugar la mayoría
de las muertes por rabia que se dan en el mundo) y fauna peligrosa como para
pasar la noche al raso (chacales en algunas zonas, serpientes…). El tráfico y la
gente les dan protección. Y aún hay otra más curiosa y digna de estudio. El
tráfico les aporta un extra de protección mediante los humos, esta vez frente a
insectos y ciertos parásitos externos (garrapatas, mosquitos, moscas, tábanos…)
a los que aparentemente los gases repelen. Muy creíble. Repito que esta idea no
es descabellada. Qué verbo tan adecuado para hablar de vacas.