Si vas a Calatayud… ya se sabe. Pero, ¿y
si vas a Tulsa? Un momento, un momento. ¡Un-mo-men-to! ¿A qué has ido tú a
Tulsa?
Tulsa es la segunda ciudad de Oklahoma,
lo cual viene a equivaler a la segunda ciudad de uno de los estados marginales del
“Bible belt”, el cinturón de la biblia, el centro-este del sur. Vacas, petróleo
y sus bombas extractoras, cereal, reservas indias, llanuras onduladas, praderas
inmensas, caballos, algunas llamas y bisontes.
Viviendo en Stillwater, que está a un
tiro de piedra por el Cimarron Turnpike, a unas 70 millas, lo suyo es ir a
verlo un fin de semana. Además, así conocías las riberas del río Arkansas, que
no todos los días circulas con el Arkansas a tu lado, e incluso puedes rebasar Tulsa y adentrarte un poquito
en los montes Ozarks, tan bonitos. Otra vez los sobrepasamos hacia Missouri,
pero eso será otra historia.
Así que fuimos varias veces. Los museos
Gilcrease y Philbrook serán lo mejor de la ciudad con largura, pero con dos
enanos y su parafernalia circundante (potitos, pañales, cochecitos, cambiador,
biberones, empapadores, babero, mudas, la madre…) no estás para disfrutarlo, I
guarantee. El “Hall of Fame” del Oeste, con sus retratos del afamado Will
Rogers o los cuadros de ambiente de película, llenos de caballos, diligencias,
jinetes, búfalos, coyotes, indios, casetas en medio de la nada y vastas
llanuras de pradera o de roquedal son todos
realistas como un cromo, y aunque algunos son verdaderamente
espectaculares e incluso admirables, todo respira el aire inconfundible de la
historia de la conquista: todo lo que tiene más de cien años es historia, con
mayúsculas. Valga un ardite o no. Aquello son fotos. Fotos al óleo. Muy buenas
algunas, pero son un documento, más que una obra de arte. Mi modesta opinión es
esta.
El Philbrook es una preciosa villa
italiana perfectamente reproducida, con unos jardines que recuerdo borrosamente
y con colecciones sin duda excelentes de las que casi no tengo recuerdo,
probablemente debido a una mala coincidencia de arte con pañales y/o potitos.
En otra vida será.
Dejados los museos, paseas el centro una
vez aparcado el coche cerca del BOK Tower, una réplica pequeñita de las torres
gemelas de Nueva York. Un downtown puro y duro, con decenas de oficinistas
comiendo al aire libre aprovechando lo bueno del clima oklahomero y solazándose
con pantagruélicos sándwiches y noodles sentados en el alcorque de un árbol
para volver a sus empresas petroleras a seguir dándole al ordenata. Que
tristeza de vida.
Y visitas los centros comerciales, entre
ellos uno de vida al aire libre que abarca todo lo imaginable, desde alpinismo
extremo hasta, cómo no, armas. Puedes preguntar, probarla, comprarla, alquilarla
para probarla, te asesoran sobre munición, accesorios, maletines de transporte,
armarios, engrase, leasing, lo que quieras. Y eso que Oklahoma es un sitio
donde no hay tantas armas como en otros sitios. O eso nos decían. En fin.
En uno de los regresos de Tulsa a
Stillwater, el coche comenzó a tironear malamente. Encontré una zona de
descanso y me metí allí. El coche “murió”. No arrancaba ni a tiros. Entonces no
había móviles, ni allí había un teléfono de emergencia. Paró un coche de la
policía y nos vio allí con dos críos y se deshicieron en ayudarnos. Pronto vino
una grúa. El alternador. Nada que hacer allí. Arriba con el coche y al
mecánico, que por la mañana se haría cargo. Mike era el mecánico. Inevitable
sonreír, Mike and the mechanics vino a mi mente de inmediato. Bueno, pues me
subí con el de la grúa y fui charlando con él hasta Stillwater. Vaya acento,
amigo. Eso sí que era el oeste profundo. Y qué aliento. Más profundo si cabe.
Lo más gracioso fue cuando se enteró de que era español. “From Spain, in
Europe, really?” Eeeeh, pues yes. Entusiasmo a raudales para él, cara de
póker/gilipollas para mí. ¿Qué le pasa? Seguimos camino, agotados ya los pocos
temas de conversación en los que el buen hombre se extendía más de dos frases,
y cuando por fin dejamos el coche me señala las ruedas de su camión con gran
énfasis. “Look, look at this!!!!” Unos Firestone que estaban en las puras
lonas, más lisos que los de fórmula uno ocupaban la fila interior de la doble
rueda. One half million miles and still working. I love them”.
Tanto Marca España y tanta leche y lleva
descubierta 20 años. Ya no se hacen neumáticos como los de antes.
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